LA LLEGADA DE LOS GUSANOS A EUROPA

Como ya hemos visto en las anteriores entradas, los chinos fueron los descubridores de la sericicultura ya en el 4º milenio antes de Cristo. La seda era un producto comercial muy valioso, símbolo de riqueza, poder, estatus social y político. Además, el secreto tan bien guardado por los chinos, revalorizaba todavía más su atracción. En el siglo I a. C., y a través de la Ruta de la Seda, había un flujo constante de seda al Imperio Romano, siempre intermediatizado por los persas, que consiguieron grandes beneficios a través del comercio de tan valioso y anhelado producto. A partir de las guerras romano-persas (entre los siglos II a VII) la importación de seda a Europa se hizo cada vez más difícil y costosa. Los persas controlaban todo el comercio de su territorio y lo suspendían en tiempos de guerra. Por ese motivo, el emperador Justiniano I (482-565) intentó crear rutas alternativas que hiciesen llegar la seda al corazón de su imperio.



No consiguió su objetivo e intentó buscar otra vía.

La leyenda cuenta, y afirmo que es leyenda, que dos monjes, que habían estado predicando el cristianismo en la India, viajaron a China en el 551. Allí descubrieron el secreto tan bien guardado de la sericicultura. Contactaron con Justiniano quien les prometió grandes recompensas y utilizando sus contactos, sacaron huevos de gusano de seda escondidos dentro de sus bastones de bambú, llevándolos al Imperio Bizantino. Poco después de la llegada de los huevos surgieron fábricas de seda en distintas ciudades, lo que rompió el monopolio de la seda de China y Persia.

No podemos negar, puesto que hay evidencias, que esas fábricas existiesen, pero seguramente tejían la seda cruda que seguía llegando a través de la Ruta de la Seda, que funcionó hasta 1492. Y aunque no se sabe a ciencia cierta y se cree (sin evidencias contrastadas) que los fenicios ya conocían el arte de la seda, lo que sí es cierto es que los gusanos de seda penetraron en Europa en el siglo VIII con la llegada de los árabes a la Península Ibérica. Desde allí se extendió hacia el este de Europa, siendo muy importante la industria en España, Portugal, Francia e Italia. Y desde España, precisamente en 1503 fue llevada a México por Hernán Cortés.

Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, las seda españolas compitieron con las de Italia, siendo las de España muy valoradas y de mejor calidad, pero la sericicultura en Europa se vio truncada a finales del XVIII. ¿Qué ocurrió verdaderamente? En la próxima entrada descubriremos por qué actualmente ya nadie cultiva gusanos de seda y teje seda de forma industrial en Europa y todo proviene del lejano Oriente.

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